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Nueva etapa impulsora (1950-1964)

Después del triunfal viaje a Andalucía, se pone de manifiesto en el Orfeón otra crisis que respondía a tres causas: económica, sentimental y de disciplina, que la Junta Directiva trata de solucionar.
En julio de 1949 se ofrece a Ángel Quesada la dirección del Orfeón (después de no aceptar Jacinto Sarmiento el ofrecimiento que la Junta Directiva le hizo para ocupar ese puesto), e inmediatamente decide hacer una selección en el cuerpo coral, reorganizándolo con gran acierto y resultados positivos.
Así, en estos años se perfila una nueva etapa restauradora que pone de manifiesto la vitalidad del Orfeón que presidentes y directivos artísticos continuaron labrando pacientemente. Y surge la encrucijada: ¿El Orfeón Burgalés es una coral de polifonía clásica o de escenografía castellana? Durante varios años se hacen programas mixtos, aunque poco a poco las Estampas típicas darán paso al grupo de Danzas Burgalesas.
Un nuevo elemento aparece en este tiempo, la Romería, que sirvió para estrechar vínculos entre los pueblos y la ciudad y, a la vez, exaltar el bello costumbrismo burgalés.
Las actuaciones en Valencia (1951), Logroño (1956) y Madrid (1959), así como en la propia ciudad de Burgos (Círculo de la Unión, Teatro Avenida); en 1962 en Santander, o en 1963 en Palencia, ponen de manifiesto la madurez de la coral y su alta calidad interpretativa. Sus incursiones internacionales la llevarían a Lisboa con un brillante concierto, mientras su grupo de danzas participaba también en el VII Festival Internacional de Montejeau (Francia), concluyendo su gira en San Sebastián en agosto de 1964.

En esta época se advierte un enorme aumento de coralistas. El entusiasmo inagotable del maestro Quesada fue el alma de esta trascendental etapa de consolidación, con la colaboración impagable y el conocimiento extraordinario del folklore burgalés y el trabajo de Justo del Río.
El impacto logrado por el Orfeón en tierras burgalesas movió a las autoridades a concederle la Medalla de Oro de la Provincia. Entre los méritos acumulados en estos casi setenta y cinco años de historia se señalan la recuperación del folklore y la difusión de la cultura polifónica musical, tanto clásica como popular.
Ya se ejecutan las inolvidables canciones de “Romance de rosa fresca”, “El molinero”, “Ay amante mío” y “Canción de trilla” de Antonio José; “Ya se van los pastores”, de Arenal; “De ronda” y “Yo no soy la del cántaro” del propio Quesada; “Ya vienen los segadores”, “La canastilla” y “Los gigantones”, de Amoreti; “Tienes unos ojos niña” y “Da la mano a la niña”, de Nebreda.
Pero también se vislumbran cambios en la sociedad, un horizonte nuevo, unos nuevos tiempos. Y ello, se dejará sentir en el Orfeón Burgalés.

 

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